Las fiestas populares
Cuando se acerca el verano en Barcelona, empiezan a aparecer en el calendario todas aquellas fiestas Mayores de los distintos barrios y distritos. Se organizan bailes y música en vivo, almuerzos populares y barras de bebida en la calle, y lo más importante, es el tiempo y el espacio para las tradiciones de la cultura popular.
Normalmente es de día cuando salen a dar una vuelta los personajes más entrañables de toda la comparsa folclórica. Acompañados por una orquesta de instrumentos típicos, bailan alegremente dando vueltas. Els Gegants (los Gigantes) son enormes figuras de aspecto humano, hechas a mano de papel piedra en su parte de cabeza y torso. Se sostienen encima de una estructura de madera que les da estabilidad y deja espacio para la persona portadora de todo aquel coloso. Llegan a medir hasta varios metros de altura por eso fácilmente los distingues entre la masa.

Me gustaría saber qué se siente al llevar uno de los gigantes, dicen que sobre todo es cuestión de equilibrio. Suena razonable, teniendo en cuenta que a veces se carga encima, tres o cuatro veces tu propio cuerpo. Lo más divertido de todo el espectáculo son los pequeños pies del portador que se asoman debajo del vestido largo de la figura. Recuerdan que hay una persona cargando aquel cuerpo enorme encima de sus brazos. Y la magia no está solo en levantarlo y pasearlo por las calles, si no en cargarlo bailando y dando vueltas, con todo su peso encima y apenas sin ver bien lo que tienes delante.
Representan a la sociedad
Cada barrio tiene sus propios gigantes, inspirados en personas o colectivos que por una razón u otra marcaron la historia y el carácter del barrio. Por ejemplo en el Poble Sec, el barrio donde yo vivo, hay un camarero bien vestido con camisa y chaleco, con una botella de cava en la mano, siempre preparado para servir la próxima copa. Vemos también una vedette como recién salida de El Molino, el famoso cabaret del paral·lel. La acompaña un barcelonés rico y elegante, cliente de los cabarets, que en una mano lleva flores para la artista y en la otra esconde un regalo más valioso: un collar de perlas.

Cuando las fiestas terminan se guardan en los centros cívicos, expuestos como una representación del barrio. Con su apariencia cuentan historias y explican anécdotas. Su indumentaria nos dice mucho de su estatus social. Los reyes, gobernadores y otros soberanos llevan en sus manos rollos de papel (contratos y acuerdos firmados) o directamente un arma, para mostrar su poder. Los burgueses vienen a menudo equipados de objetos típicos de la moda en la época: bolsos, pañuelos, abanicos y sombrero. A veces es fácil adivinar de dónde vienen o a qué barrio pertenecen. Algunos son muy sonrientes y simpáticos, otros parecen enfadados o tienen cara de malos.
Para todas las generaciones
Los más pequeños también quieren participar, por eso a lo largo de las últimas décadas empezaron a surgir versiones pequeñas de los Gigantes más emblemáticos, llamados Gegantets. Así no solo se conserva la tradición si no que se hace partícipe a todo el mundo. Los adolescentes y los abuelos, los niños y los adultos. Es una actividad en la que se participa con orgullo y ganas.

Este es un aspecto que me gusta mucho de Barcelona (y Cataluña en general), aquí la cultura popular es viva, diversa y no tiene edad. Me fascina que una tradición se mantenga entre todas las generaciones.
Origen
Los primeros Gigantes en Cataluña aparecen documentados ya alrededor del siglo XV en relación con la Procesión del Corpus Christi. La geganta, como representación femenina aparece un siglo más tarde.
En la época del modernismo catalán, cuando la ciudad de Barcelona renacía como ciudad moderna, se empezaron a introducir como pieza principal de las fiestas con la intención de reforzar la identidad nacional gracias a las tradiciones de la cultura popular.
La Casa dels Entremesos
Si no tienes la oportunidad de verlos en vivo en una de las comparsas, hay un lugar secreto donde visitarlos fuera de las fechas festivas. La Casa dels Entremesos alberga la mayor parte de Gegants de Barcelona. El amable señor encargado siempre está dispuesto a explicar detalles y contar secretos de la casa de la cultura popular.

Los Gigantes son mi tradición favorita de todas las que hay en Cataluña. Me fascinan y me despiertan ternura. Siempre cuando puedo, los voy a ver en diferentes ocasiones a lo largo del año, sigo su calendario de actividades y me uno a los actos festivos. Cada vez ilusionada como si fuera la primera. Sonrío cuando aparecen, como si se tratase de una banda mítica de rock ¡me encantan!
No importa las veces que les haya visto, cada vez me divierto como una niña, pues al fin y al cabo es fácil sentirse así al lado de un auténtico gigante.